Las imágenes constituyen sistemas semiológicos en permanente transformación, y se vinculan a diversos horizontes significativos relativamente independientes (culturales, lingüísticos, históricos, sociales, etcétera) a partir de los cuales las metáforas, las analogías y las discrepancias se develan y adquieren sentido.
Una lectura interesada de fotografías históricas, lo mismo que de imágenes como los cromos de un libro de texto o los grabados empleados como material didáctico en las aulas o las fotografías históricas, implica el reconocimiento de que estos documentos constituyen huellas tangibles del pasado/presente de la historia en el más extenso sentido del término (como proceso pretérito y contemporáneo, como narración, como registro autobiográfico), pero que “por sí mismos no dicen nada. Hay que hacer que signifiquen y para ello hay que ponerles en una especie de relación de actualización con otros elementos relativos, como los textos”.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)