A menudo, el estudio convencional del castigo suele dividirse en una esfera filosófica –que intentaría justificar las razones y describir las coyunturas en las que el mismo se vuelva aceptable–, en otra sociológica –que busca desentrañar las relaciones entre el castigo y aquello que compone a una sociedad: instituciones, modos de producción, regímenes de poder, lazos de solidaridad, tipos de culturas, etc.–, y por último, en una penológica –que indaga sobre la gestión concreta de la pena en una comunidad que posee agentes especializados para ello, por ejemplo el sistema penitenciario, el patronato de liberados, etc.–.
Ahora bien, en general estas tres líneas de investigación toman como referencia al derecho para sus análisis, sea para glorificarlo, sea para criticarlo. En este artículo, y a partir de las propuestas de Franz Kafka, intentaremos hacer una crítica no jurídica al derecho de penar que poseen nuestras sociedades, ya que para erosionar una práctica social tan arraigada como el castigo creemos necesario servirnos no sólo de las citadas herramientas, sino recurrir a otras nuevas como es el caso de la literatura. Y esto porque en Kafka la literatura deviene fuente de resistencia y creatividad, sin ningún tipo de compromiso respecto de los planteos dominantes del derecho ya que al ser ajeno al mundo legal-punitivo, carece de responsabilidad, de identidad fija. Con el escritor checo se puede impugnar al castigo sin ser atrapado por los discursos hegemónicos que lo vuelven aceptable.