Frente a la marginación económico-territorial del proceso de globalización, se han multiplicado las preguntas sobre la organización y el dinamismo espacial de las actividades productivas. En esta perspectiva es importante ubicar el renovado interés sobre el funcionamiento y desarrollo de los ámbitos locales. El territorio, que también podríamos llamar el sistema local de producción, entra en escena como la matriz de organización y de interacciones sociales, que puede estimular la construcción de nuevas capacidades (tecnológicas e innovativas), decisivas para la competitividad de los agentes y empresas en la economía globalizada. Los espacios locales y regionales se convierten en sitios privilegiados para incubar y desarrollar condiciones específicas de integración entre los mercados mundiales.