La lógica o pensamiento del fundamento ha dominado el pensamiento occidental. La asociamos con el modelo topográfico de la verdad de Platón y con la búsqueda de la certeza absoluta en Descartes. Presume que detrás de la diversidad empírica del mundo hay un orden subyacente y que ese orden es cognoscible y sirve para descifrar el significado de la diversidad de fenómenos. El cuestionamiento de esta tradición ha contribuido a crear el terreno discursivo del post-fundamento. El giro de una tradición a otra incide sobre cómo pensamos conceptos familiares como los de totalidad, sociedad y lo social que discuto aquí. Si, como señala Laclau, la tesis esencialista de la sociedad como un objeto unitario que funda sus procesos parciales es imposible, resulta igualmente sospechosa la idea de sociedad como puro juego de diferencias desprovisto de reglas. La “sociedad” es una construcción excéntrica que surge en la zona comprendida entre dos extremos lógicos que son a su vez inalcanzables, el del cierre absoluto y la dispersión total. Propongo dar cuenta de la excentricidad de las totalidades sociales conjugando los centros de fuerza de Nietzsche con los puntos nodales de Freud y Lacan. Ello me permitirá concebir la totalidad como un archipiélago de puntos nodales o centros de fuerza o, para ser más preciso, como el diagrama de ese archipiélago.