De qué modo decidimos enfrentar un hecho adverso resulta decisivo, porque el sentido del dolor está íntimamente vinculado con el sentido de la existencia, o dicho de otra manera, “la existencia tiene un sentido siempre que el dolor tenga uno en la existencia” (Deleuze, 2000: 182). Sería bueno, entonces, preguntarnos si el dolor es un argumento en contra o a favor de la vida, si la afirma o la niega: aquí encontramos unos de los pilares de El secreto de sus ojos. Y hallamos, a su vez, otros tres: la venganza en tanto sedimento, el castigo como estrato y, por último, una ética inasible.