En español
Este artículo estudia la violencia policial en su desempeño cotidiano alrededor de 1960. Se procuran reconocer los aspectos fundamentales de la misma, que pasaron a formar parte del accionar operativo de la policía y que incorporaron, a escala institucional, las coacciones ilegales como metodología para la “resolución” de casos. Los mandatos políticos orientados a una determinada idea de “orden social” y las demandas sociales por “seguridad y orden” no estuvieron ajenos a la convalidación de las formas de violencia policial. Las fuentes consultadas también arrojan luz sobre los “debates” al interior de la fuerza policial acerca de su rol como auxiliar de un poder militar represivo y totalitario frente a una sociedad cuyos crecientes reclamos políticos y sociales la convertirían en el “enemigo interno”.
El trabajo concluye en el año 1962, que puede ser visto como un punto de maduración en el cual la policía bonaerense aplicó su experiencia operativa acumulada en el orden cotidiano, a la represión y eliminación de la protesta social y la disidencia política.
En inglés
This article deals with everyday forms of police violence in the Buenos Aires Province at the beginning of the 1960s. It argues that some illegal practices became part of an institutional way of operating against ordinary crime. These practices also applied against political adversaries, social organizations and individuals protesting against government. Diverse political regimes from the mid 1950s increasingly used and legitimized police force for maintaining what they understood as “order and security.” Some of such practices included arresting without judicial intervention, accusations without evidence, physical and verbal abuses, torture, etc. Consulted primary sources also provide evidences about “debates” within the police regarding their role in accompanying military forces against political enemies as well as common people. The article ended en 1962 when a mature phase of police operations began to apply these “techniques” in killing and disappearing political dissidents such as Felipe Vallese.