Cuando un docente de literatura se enfrenta por primera vez a un curso, es frecuente que se encuentre frente a una gran cantidad de narrativas previas, no necesariamente literarias. Y asimismo, muchas veces, las instancias académicas (ya sean terciarias o universitarias) no preparan a un docente lo suficiente como para poder abarcar este amplísimo espectro de narrativas alternativas, ya que los estudios literarios tienden a estar exclusivamente ligados a discusiones académicas muy ajenas a la realidad del aula.