Las crisis epistemológicas representan fenómenos recurrentes en el devenir histórico de cualquier ciencia. En ocasiones las crisis inclusive pueden contribuir a la gestación y desarrollo de nuevos esquemas explicativos, estimulando, además, la evolución de los esquemas existentes, conduciéndoles a los límites históricos de sus posibilidades interpretativas. Las llamadas “ciencias de la comunicación” hoy enfrentan agudas e inquietantes crisis epistemológicas que muchos académicos e investigadores no desean siquiera reconocer. El formidable desarrollo que han alcanzado las avanzadas tecnologías de información y comunicaciones, particularmente en años recientes, parece haber desbordado las posibilidades explicativas de muchos de los esquemas interpretativos que ayer todavía nos proporcionaban relativa confianza en la evolución teórica de nuestra disciplina. Para resolver favorablemente algunos de los dilemas que nos ha impuesto la formidable evolución de las avanzadas tecnologías de información y comunicaciones, los investigadores de las ciencias de la comunicación debemos emprender la rigurosa, sistemática y profunda revisión crítica de muchas de las “certezas teóricas” en las cuales hemos permanecido cómodamente instalados. La renovación conceptual de cualquier ciencia únicamente es posible a partir del recurso de la crítica. Si renunciamos al recurso de la crítica, las crisis que hoy enfrentamos inevitablemente se agudizarán. La revisión crítica de cada una de nuestras “certezas” además deberá convertirse en práctica permanente. Sólo así podremos evitar las tentaciones del dogmatismo. Toda forma de dogmatismo representa una categórica renuncia a la evolución misma del conocimiento.