Así como la temporalidad es una característica esencial de la utopía, lo es también la categoría de espacialidad. En efecto, su etimología original la define como un “lugar que no existe”, “en ninguna parte” o, más acertadamente, como “un no-lugar”. La utopía, en tanto presupone un rechazo del tiempo presente realiza la misma operación en cuanto al “lugar” donde se vive: es la representación de un territorio que está en otro lugar y otro tiempo. A diferencia de la escatología, cuyo dualismo opone un espacio temporal a un tiempo intemporal, un espacio cósmico a un Reino de Dios, en la utopía “la separación es siempre inmanente al mundo; el otro tiempo se concibe como existente en el tiempo histórico, el otro espacio como existente en el espacio geográfico”.