Las experiencias que desde el campo simbólico-cultural operan en el espacio público urbano extienden las nociones de arte, artista y obra, planteando interrogantes acerca del autor y la autoría, así como sobre los ámbitos de circulación y consumo. Surgen también nuevos intentos por nombrar lo que se hace en tanto experiencia, producción colectiva, intervención o acción situacional y relacional. La obra ya no se plantea como objeto a contemplar, sino que es entendida en términos de proceso de construcción, acontecimiento a producir y completar, a re-significar, no por el autor, sino por el público-destinatario tomado en tanto participante, como actor necesario para que la acción acontezca.