Las violaciones y los delitos de género en la dictadura son parte de la historia argentina y actualmente considerados delitos de lesa humanidad. Las violaciones sexuales hacia las mujeres en centros clandestinos de detención fueron una práctica habitual por parte de los genocidas materiales durante el terrorismo de Estado. Las diversas narrativas respectivas a los delitos por parte del Estado han marcado y dejado huella en la sociedad argentina, latinoamericana y mundial. Argentina ha sido uno de los tantos países investigados por los crímenes ocasionados durante la dictadura. La utilización de centros clandestinos de detención, similares a los de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, se manifestó en la tortura y la fuerte convicción de generar miedo en la sociedad. El exterminio se materializó en muertes y desapariciones. “El trabajo hace libre” decía en las entradas de los centros de Auschwitz, convencidos de que lo que estaban haciendo era correcto, dignificaba. En Argentina, en esos búnkeres de oscuridad no sólo se privaba de libertad a mujeres y varones, sino también se obstruían sus propios cuerpos. Cuerpos mutilados, violados, transgredidos por la violencia, víctimas de un sistema tenaz, corrupto y patriarcal. El ideal de libertad, la moral y la ética no estaban en juego, no podían racionalizarse. Los cientos de mujeres violadas y asesinadas siguen allí, latentes. Los análisis teóricos pueden virar hacia diferentes lugares, pero las prácticas de resistencia eran pulsionales y convincentes, no se interpelaban y tampoco se abstraían.