La transformación en las pautas de conducta se acelera a medida que transcurre el siglo XVII y en una dirección claramente marcada, puesto que “los hombres se aplican durante el ‘proceso de civilización’ a reprimir todo aquello que experimentan como un acceso de su ‘naturaleza animal’. Se produce así una tendencia a aumentar el control sobre todo lo que provenga de la animalidad, de modo de volverlo menos visible o de reducirlo a la intimidad: la desnudez se muestra menos, se disimula los olores corporales, las funciones naturales tienden a ejercerse en lugares específicos y aislados.