Una explicación del sesgo inflacionario que puede tener la política monetaria fue dada por Barro y Gordon en 1983. El mecanismo puede ser descripto del siguiente modo. La sociedad desea que la autoridad monetaria siga una política de baja inflación; después de que los agentes económicos se comprometen con contratos fijos en términos nominales que incorporan una baja tasa de inflación, la autoridad monetaria tiene un incentivo para crear una inflación “sorpresa” que disminuye el valor real de los contratos nominales, típicamente contratos de trabajo. Como resultado las empresas contratan más obreros y empleados y producen un mayor nivel de empleo. Pero el sector privado, con expectativas racionales, conoce la política económica y forma sus expectativas de inflación conforme con el comportamiento que tendrá el gobierno. Entonces, la política de aumento de la ocupación y la producción no tiene efecto alguno y sólo se tiene una mayor tasa de inflación.