Es probable que en algún momento, al comienzo de la historia de la humanidad, los seres primitivos sintieran la necesidad de comunicar de forma escrita las situaciones que vivían. Entonces, el lenguaje oral estaba en ciernes, pero a su alcance tenían instrumentos y técnicas que facilitaron la tarea de plasmarlas en las paredes de las cuevas, las piedras o el suelo de barro usando como pintura sangre de los animales y jugos de algunas frutas o plantas; o, simplemente, una rama a manera de pincel.