En el apartado 122 de su Minima moralia, Adorno desarrolla un locución que, aunque pareciese pasar por desapercibida entre el resto de los aforismos, logra un impacto sorpresivo, si se quiere, un shock que disrrumpe al lector, sin más: “Solo son verdaderos los pensamientos que no se comprenden a sí mismos” Si pudiese existir, al menos simbólicamente, algo relativo a un “espíritu” que guiase las preocupaciones e interrogantes que plantean los “funestos hechizos del concepto”, sería dicha locución.
Pero aunque impliquen funestos hechizos, ilusorios encantamientos, irremediablemente “solo los conceptos pueden realizar lo que impide el concepto”.
Algunas de estas observaciones introductorias serán puestas en juego, como intención de este escrito, en el abordaje de algunos fragmentos de la novela Rayuela, de Julio Cortázar, como material cultural. La experiencia de su lectura, se sostendrá aquí, permite vislumbrar una posible crítica al estilo de pensamiento ilustrado. Se intentará comprender entonces cómo determinados componentes de esta novela, a partir de una lectura densa, permiten arrojar luz sobre las limitaciones de este tipo de pensamiento y su particular forma de abordaje del objeto y de comprensión de la realidad.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)