La figura del teórico en arte surge en el Renacimiento junto con la del artista, en un momento en que comienza la búsqueda por consolidar la autonomía de ciertas creaciones visuales con respecto a las determinaciones externas que imperaban sobre ellas. Este modelo de producción artística terminó de afianzarse en el siglo XVIII, con la institucionalización de las Bellas Artes y el surgimiento de los espacios académicos. A partir de ese momento, el teórico en arte es considerado un intelectual: aquel personaje, conocedor y estudioso del arte, que interpreta la obra y comunica su sentido al resto de los individuos.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)