Desde la década de 1990, por lo menos, y aún hoy, la enseñanza de la literatura en la escuela se sostiene en una especie de tembladeral: nada es firme, todas las certezas se desvanecen. En esa década, con el auge del modelo neoliberal, se realizó una reforma de los planes de estudio del nivel secundario con un perfil “eficientista” que le negaba valor a la literatura. De hecho, hubo trabajos de gran solidez en el campo académico que debieron explicar las razones formativas de la literatura en el plano cognitivo, cultural, etc. Hoy en día, en cambio, docentes, padres, funcionarios, agentes editoriales, parecen coincidir en la importancia de la lectura y, en particular, de la lectura literaria.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)