En un reciente libro sobre las formas contemporáneas de la comunicación lingüística se ha vuelto a mencionar un viejo tópico: que el exceso de memoria sería dañino porque nos condenaría a repetir siempre las mismas cosas, sobrecargándonos con el peso del pasado. Este es un lugar común que tiene una larga historia: recuerdo un congreso en 1981, durante el cual los foucaultianos y los marxistas empezaron a discutir, unos a favor de la memoria y otros en contra. Los representantes del movimiento de Autonomía Obrera decían que los verdaderos revolucionarios no tienen memoria, y que es justamente por esta razón que pueden inventar nuevas ideas y experimentar formas de lucha antes desconocidas.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)