Ligadas cada una a su contexto, las concepciones de la muerte configuran modos de convivencia social. A pesar de ello, las ciencias sociales son cómplices de su época, sostiene el autor, y hacen del tema uno de los mayores tabúes de nuestra sociedad contemporánea. En esta era postindustrial la muerte se encuentra prohibida en las prácticas cotidianas, de manera que detenerse allí puede resultar trivial para los intelectuales –dice Ariès-, quienes se ven mejor seducidos por su aspecto demográfi co: la mortalidad.
Sin embargo, el autor se sumerge en el estudio de esto “no decible”, de lo incómodo y relegado al lugar del silencio en este lado del hemisferio. En este sentido, explica que los cambios del hombre respecto de la muerte son muy lentos, ya que se ubican entre largos periodos de inmovilidad. Es por ello que se necesita abordar siglos o milenios para dar cuenta de esta relación, de la memoria colectiva que existe con relación hacia ella, y así lo hace en su análisis.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)