A la literatura se puede entrar por muchas puertas. Podemos leer, como quien mira un pueblo, desde una ruta vertiginosa. Podemos acercarnos y sentir sus lugares, escuchar el habla de su gente.
Sin embargo, la puerta más enriquecedora es permanecer en el pueblo, ser uno dentro de sus caminos, tener en el corazón y en la cabeza, las ensoñaciones de quienes vivieron, de quienes viven y presentir su futuro.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)