Al lado de la puerta una máquina de escribir pequeña, una “Corona”, de colección. Casi pegada, una notebook Macintosh último modelo.
La escritura artesanal. La tecnología. Una herramienta de lucha, la palabra.
Dar testimonio en tiempos difíciles. Sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Cuatro paredes. La de la izquierda y la que está frente a la puerta con bibliotecas que tocan el techo bajo, repletas de libros de distintos colores e idiomas, anchos y delgados, de leyes y de literatura fantástica, de periodismo y de política. A la derecha pareciera que no hay pared, sino imágenes de modelos y políticos, tapas de diarios y dibujos.
En el centro, entre cientos de papeles, la foto de Rodolfo Walsh, recostado en una cama de hierro hojeando un libro. Delante, el escritorio de madera con fieltro verde oscuro, una lámpara tenue y Horacio Verbitsky recordando a su amigo a treinta años de su desaparición.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)