La economía latinoamericana estaba tradicionalmente ligada al mercado mundial a través de la exportación de materias primas y productos naturales, ello explica gran parte de su historia a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Solamente con el afán de marcar hitos, la crisis del sistema mundial de intercambios en 1930, sumada a la Segunda Guerra Mundial, conflicto que comenzó en 1939 y se extendió hasta 1945, crearon parte de las condiciones que obligaron a replantear algunas cosas. Durante los años treinta, el sistema multilateral de comercio y de pagos, junto con el patrón oro, sufrieron un derrumbe, y los centros industriales, incluyendo Gran Bretaña, otrora defensora del libre cambio dejaron de lado sus políticas y protegieron sus mercados, estableciendo preferencias de comercio con los países de su zona de influencia, y vigilando sus movimientos de capitales. La caída de los precios de los productos primarios y los alimentos, originó problemas en la balanza comercial de los países latinoamericanos, situación agravada por la casi desaparición total de las inversiones extranjeras, lo que provocó, a su vez, inconvenientes en la balanza de pagos.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)