La presente ponencia parte del siguiente supuesto: “no se alcanzarán los objetivos de desarrollo del Milenio, si el desarrollo no incide en la pobreza rural”. Esto se debe a que el 75% de las personas del mundo que viven en situación de pobreza se encuentran en zonas rurales y las zonas urbanas no pueden absorber a los migrantes de dichas zonas. Por lo tanto el desarrollo rural como estrategia para erradicar la pobreza debe tener en cuenta el carácter multidimensional de la pobreza y perseguir objetivos múltiples, abarcar diferentes disciplinas y factores (demográficos, económicos, sociales, institucionales y políticos) con un enfoque integrado. Hay que reforzar las instituciones que se ocupan de los pobres rurales, para que puedan dar a éstos mayor capacidad de actuación y participación en los procesos de adopción de decisiones relativas a la movilización, asignación y empleo de los recursos. Esas instituciones deberían ayudar a promover el autorespeto y el respeto por la cultura y los valores locales de manera compatible con la sostenibilidad ambiental, a fin de preservar la cohesión social, como se estipuló en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Para sacar el mayor provecho de este enfoque integrado del desarrollo rural, gobiernos, comunidad internacional, sociedad civil, comunidad empresarial y comunidades locales deben trabajar en conjunto. Un enfoque integrado del desarrollo rural debe abarcar aspectos económicos, sociales y ambientales y basarse en políticas y programas que se refuercen mutuamente y aborden la gama de cuestiones relacionadas con el desarrollo rural y que se adapten a las condiciones y necesidades específicas de cada país.