La redemocratización en América Latina, y en Argentina en particular, significó la recuperación para los ciudadanos de los derechos civiles y políticos; pero al mismo tiempo fue acompañada por el emprendimiento de procesos de reestructuración del Estado, con su consecuentes reformas económicas, políticas e institucionales. Muchas de ellas se convirtieron en las condiciones a las cuales los organismos de crédito internacionales condicionaron su ayuda. Los efectos no deseables de esas reformas repercutieron principalmente en la sociedad: aumento de desempleo y subempleo, ajustes fiscales, extensión de la pobreza y exclusión contribuyeron con la ruptura del pacto social. Estas y otras se convirtieron en algunas de las realidades que nutren las evaluaciones de muchos ciudadanos y que contribuyen a dar forma a el modo en el cual se relacionan con la política. En este contexto y en base a la idea de que las políticas interna y externa están interrelacionadas, el artículo propone analizar esa interrelación identificando distintas prácticas ciudadanas que se sucedieron desde la restauración democrática en Argentina. Es decir, evaluar como los ciudadanos han desarrollado distintas valoraciones al ritmo de los cambios externos y de decisiones de política exterior y al mismo tiempo como ciertas valoraciones ciudadanas representan hoy un reto para la consolidación de la democracia, requisito estratégico para la inserción del país al mundo globalizado y en compañía de otros países de la región.