La interpretación del terrorismo sigue siendo una tarea ardua y el debate que existe en torno al problema, no ha cesado. Por el contrario, a partir de los acontecimientos del 11-S, su discusión se ha agudizado y las polémicas sobre sus causas, implicancias y efectos se han profundizado. Indudablemente, se trata de un problema sumamente complejo que requiere del análisis interdisciplinario; un problema que se ha agravado en los últimos tiempos y que ha generado la creciente proliferación de variadas interpretaciones, las cuales resultan ser - en muchos casos - profundamente antagónicas. ¿Cuáles son las causas que provocan el terrorismo? ¿Por qué estas organizaciones continúan efectuando sus demandas a través de una metodología tan extrema?. ¿Qué motiva a los terroristas a actuar como lo hacen?. ¿Es la vía terrorista una metodología eficaz para alcanzar los objetivos establecidos por sus actores?. Las respuestas a estas preguntas no son ni lineales ni sencillas pues para elaborarlas es necesario contemplar un amplio espectro de factores - exógenos y endógenos, objetivos y subjetivos - que complican la tarea de los investigadores. Asimismo, suponen la construcción de interpretaciones adecuadas y eficaces del fenómeno; interpretaciones que, simultáneamente, favorezcan el hallazgo de acciones para evitarlo, combatirlo o neutralizarlo. Evidentemente nos encontramos frente a una problemática sumamente compleja cuyos progresos teóricos y metodológicos han sido tan lentos como inconsistentes. Una problemática en la cual existen más dudas que certezas y que ha generado muchos más enfrentamientos que consenso y acuerdo para responder a sus desafíos.