Desde la sublevación de Chiapas en 1994 y sobre todo las primeras movilizaciones contra la expansión del mercado neoliberal en Seattle (1999), la protesta social está marcando una nueva dialéctica conflictiva entre dos globalizaciones –la expansión del libremercado y el movimiento de resistencia. En este contexto global del principio del siglo XXI, y luego de eclipsar en la década del noventa, la protesta social reapareció en América Latina. Ante esto, algunos de los principales países latinoamericanos parecen haber optado por una vía no represiva para tratar el tema de la protesta social pese a los episódicos guiños de molestia de Washington por la tolerancia que esa vía representa a fenómenos como corte de rutas o toma de plantas industriales abandonadas. Este paper compara y contrasta las políticas de represión e incorporación de la protesta social en el marco conceptual que vincula la inequidad social con la seguridad internacional. Sostenemos en particular, que para evitar que la política de represión sea la opción predominante en virtud de otro “consenso” de Washington se precisa aunar los esfuerzos de los movimientos sociales con una coalición de estados comprometidos con las opciones de incorporación de las demandas sociales a la agenda internacional.