Colombia es un país que captó la mirada de la Comunidad Internacional por su grave situación de Derechos Humanos, DD.HH., tan solo hasta mediados de la década de los 90’s. En décadas anteriores, los ojos del mundo no desconfiaban de la democracia más sólida de Suramérica y enfocaban sus esfuerzos e intereses a otros temas de mayor impacto regional o de más conocimiento mediático. Los gobiernos colombianos fueron “ágiles” para evadir el tema y sus responsabilidades, anteponiendo además, distintas prioridades. Posteriormente, con la presión interna e internacional sobre los gobiernos colombianos, con una Comunidad Internacional que superaba las dinámicas de la Guerra Fría y por lo tanto, que replanteaba su agenda internacional, se exhortó a los venideros presidentes a afrontar el tema de los DD.HH. con la importancia que este mismo exige. Sobre el tema, se vaciló, se desilusionó, se cumplió parcialmente, pero lo que se sabe, es que la relevancia cobrada por el tema es innegable, permitiendo que el debate aun tenga pie y se propicie la búsqueda de medidas más eficaces para garantizar su protección y su goce. En el presente, el actual presidente, Álvaro Uribe, esgrime sus logros y muestra sus resultados sobre DD.HH., sin dejar a un lado, el llamado incesante que le hace a sus pares internacionales, para afrontar el tema desde una perspectiva de responsabilidad compartida, como para que además, reconozcan y observen los resultados de la Política de Seguridad Democrática, mientras que por otra parte, algunos organismos nacionales e internacionales se encargan de solicitarle a la Comunidad Internacional, mayor atención al caso Colombiano y de exigirle al Estado, por su deber ser, de cumplir fielmente con los compromisos adoptados y de formular políticas para solucionar a la situación de DD.HH.