En las últimas décadas, la globalización y el neoliberalismo han expandido, de diversas maneras, pautas culturales, económicas (de consumo) y valores a lo largo y ancho del mundo. No obstante, como contrapeso de esta expansión, han cobrado fuerza sentimientos nacionalistas, que se encontraban latentes, por parte de diversas comunidades, autoproclamadas “Pueblos”, que se traducen en reivindicaciones culturales, socio-económicas y autonómicas, cuando no en exigencias de libre determinación. El Principio de Libre Determinación de los Pueblos, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, fue originariamente entendido como un instrumento en pos de la liberación de pueblos sujetos a regímenes coloniales (principalmente en África). De este modo, algunos creyeron que se trataba de un principio histórico cuya utilidad práctica concluía con posterioridad al proceso de descolonización. Sin embargo, los acontecimientos de las últimas décadas han demostrado que lejos se está de poder considerarlo un principio acabado. Los procesos de desintegración de la ex-URSS y la ex-Yugoslavia son elocuentes en este sentido.