En las últimas décadas del siglo XX, la intensificación de los intercambios propicia un intenso proceso de integración de las economías nacionales. La aparición de grupos económicos regionales implica una nueva y acelerada interrelación entre las naciones. La propuesta del presidente de Estados Unidos, William Clinton, de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) busca liberar los recursos humanos y materiales necesarios para reforzar el imperio de las leyes del mercado. A su vez, la política de austeridad impuesta en la mayoría de los países latinoamericanos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) genera un creciente compromiso de los mismos en redes regionales y globales. Ante tales transformaciones, el gobierno de Carlos Saúl Menem advierte el liderazgo del país del Norte y reconoce que Argentina debe privilegiar la interdependencia y la integración como principios y requisitos fundamentales para ingresar al “Nuevo Orden Mundial”. En 1991, la proyección de esta política se inaugura con el Mercado Común del Sur (Mercosur). Nuestro objetivo gravita en analizar cómo desde la producción discursiva menemista se promueve la bandera de la integración regional involucrando el concepto de soberanía. De esta manera, problematizar el término que se constituye en un elemento persuasivo esencial orientado hacia un regionalismo abierto y un proyecto que va más allá de lo económico.