A partir de la década de los 90, la observación de las experiencias de integración permite afirmar el predominio de la dimensión económica en las mismas relegando la social a los avatares del curso del proceso, lo cual hace perder de vista la coexistencia interdependiente de las esferas política, económica y social en toda asociación. La conformación de un mercado común (MC), como es el caso del MERCOSUR, implica la aparición de un espacio económico ampliado, con un marco jurídico institucional comunitario -sin polemizar en torno al grado de estatidad, pero también, un espacio social colectivo y percepciones colectivas comunitarias. Por ejemplo, desde la perspectiva económica el MC conduce a la libre circulación de los factores de producción, entre ellos encontramos a los trabajadores, constituyendo su tránsito uno de los principales efectos sociales de la integración.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)