La formación identitaria de la Argentina se ha erigido, en buena medida, a partir de la querella en torno a la lengua que hablamos los argentinos. Esta querella consta de dos períodos: uno nacido con los albores del siglo XIX, y signado por la necesidad de adquirir una identidad cultural emancipada; otro vigente a partir del XX, urgido por resolver el problema idiomático desde su aspecto estrictamente gramatical y empírico.
Estos dos períodos tuvieron como horizonte común dilucidar —ya sea desdeñándolo, ya sea enarbolándolo— el idioma nacional, el idioma patrio, la lengua argentina... modos alternativos con que se ha aludido siempre a un mismo problema: la cuestión de la lengua en Argentina.
Ya ligado a la independencia nacional, a una identidad espiritual, a una gramática distintiva o a una lengua de la conversación y la amistad, el idioma argentino ha sido una disputa; más que una morfología o un léxico, su naturaleza es la polémica. Aun si en Argentina se hubiera hablado igual que en Madrid, la querella por la lengua no hubiera prescindido de los episodios que hoy ostenta. Desde Juan Cruz Varela hasta Jorge Luis Borges, el presente ensayo busca comprender el modo en que estos episodios se desarrollaron.