El arribo de gobiernos progresistas en Latinoamérica, desde el año 1999, fecha en que Hugo Chávez gana las elecciones en Venezuela, ha modificado sustancialmente el escenario político para los movimientos sociales. Estos ya no miden sus fuerzas con mandatarios neoliberales que ignoran sus demandas. Ahora se enfrentan a la disyuntiva de aceptar o no la mano tendida de un Estado dispuesto a satisfacer sus reclamos. El dilema es complejo, a tal punto que varios movimientos, que no pudieron remediarlo, se han fracturado entre “autonomistas” y “oficialistas”.
Entre ambas posturas, claras y diametralmente opuestas por cierto, nace un interrogante difícil de responder para los teóricos: ¿Los movimientos sociales continúan siendo agentes colectivos de transformación cuando forjan una alianza con el Estado? A esta pregunta nos remitiremos en el siguiente trabajo.
Para resolver dicha cuestión analizaremos el caso del movimiento social Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV) en la Argentina. Recurrimos a este ejemplo porque ha sido una de las organizaciones que, precisamente, pasaron de la acción colectiva independiente al trabajo conjunto con el gobierno encabezado por Néstor Kirchner.