Debido al dinámico estímulo que recibió la internacionalización de la educación superior, se ha hecho palpable la necesidad de dar impulso a las iniciativas que la sostienen, trabajar sobre la profesionalización y retención de quienes se dedican a la temática e incorporar nuevos recursos que pueden ser aplicados a prácticas cotidianas. En este sentido, una posible respuesta a ello es la disminución de la brecha al acceso al conocimiento a través del aprovechamiento de las tecnologías digitales para gestores de cooperación. Allí, la movilidad virtual surge como un nuevo modelo de organización educativa a través de los entornos virtuales que trae aparejado el beneficio implícito de promoción e integración de las universidades.
Sin embargo, la adopción de esta estrategia pone de relieve la necesidad de afianzar una metodología de trabajo, mejorar las capacidades de desarrollo de los equipos que la sostienen junto a la institucionalización concreta y continua de estas metodologías, y de las vinculaciones con el área de cooperación internacional. Asimismo, aplicar acciones específicas a estas problemáticas implica por parte de las universidades la consolidación de espacios y áreas que fomenten la cooperación intra-universidad y favorezcan la creación entre universidades de espacios perdurables para la formación de quienes negocian, acuerdan y responden cotidianamente a los procesos de la cooperación en el campo de la virtualidad.