El mundo es un sistema integrado, compuesto por variados subsistemas, los que, dentro de un enfoque sistémico, guardan relaciones entre sí que definen al conjunto en su totalidad. EL CONFLICTO, es el nodo básico de este relacionamiento.
El Conflicto, como concepto, ha sido estudiado desde los más variados enfoques. Algunas corrientes doctrinarias, lo han mostrado como una característica inherente a la humanidad, y las pocas y tibias oposiciones a este encasillamiento, no han hecho más que fortalecerlo.
El ser humano parece, entonces, cimentar su esencialidad en una permanente actitud conflictiva tanto hacia su entorno físico como hacia el biológico, e incluso consigo mismo.
Por lo antedicho, EL CONFLICTO precisa ser definido con precisión y amplitud, al fin último de comprenderlo en su esencia y poder administrarlo, tanto de manera directa, como a sus propias e insospechadas consecuencias.
En resumen, el tratamiento de los Conflictos no puede ser manejado con recetas que contemplen la visión Psicológica, la Militar, la Organizacional, la Económica, la Biológica o la Física, por separado. Estos aspectos son constitutivos de un todo, y sus complejas interrelaciones se encuentran siempre presentes y activas, a veces de manera evidente, y otras no tanto. Un enfoque sistémico, entonces, se percibe como necesario e imprescindible.