Las tasas de interés en los empréstitos públicos y privados deberían contemplar los índices de crecimiento económico para que los intereses de las partes comprometidas en el empréstito puedan acercarse a puntos de equilibrio que fomenten la capacidad de pago del deudor a través del desarrollo económico.
El riesgo implícito que contienen las tasas de interés alejadas de cualquier parámetro de crecimiento económico impide el desarrollo económico del tomador del crédito al mismo tiempo que expone a un mayor riesgo el capital otorgado en préstamo.
El intercambio basado en el derecho internacional deberían otorgar cierta prioridad a la estabilidad financiera internacional como bien público mundial para promover un intercambio equitativo del desarrollo económico y el ideal de respeto de los derechos individuales y colectivos.
Cuando las tasas de interés están alejadas de todo parámetro de crecimiento económico, aumentan las dificultades de pago de los deudores al mismo tiempo que el riesgo de exposición del capital también crece. En escala se asfixia el sistema productivo, aumenta la tasa de desempleo con el consiguiente aumento del gasto público y la baja de la recaudación fiscal impide el cumplimiento de las obligaciones básicas del Estado.
Cuando la tasa activa, que impone el sector bancario, se encuentra alejada de la tasa de crecimiento local, o del promedio global, expone los depósitos confiados a un riesgo mayor. Es como si eligiéramos a alguna persona adulta con niveles de sanidad promedio, y le impusiéramos la obligación de superar todas las marcas de todos los deportes de competición en las próximas Olimpíadas Mundiales. La más alta vocación de cumplimiento de tal obligación, nos daría como resultado un quiebre físico y psíquico de tal persona.