Cada acontecimiento internacional relacionado con la Argentina, reflota el debate en torno a su política exterior por las actitudes y conductas reactivas que la caracterizan. Esta situación no es ni más ni menos que una consecuencia del vacío teórico que atraviesa el manejo de las relaciones internacionales del país. Un punto de partida para afrontar este vacío es despejar la historia y valorar la teoría de la autonomía. Para ello, es importante reevaluar sus postulados, aspectos y cuestiones de lo que es una de las expresiones más representativas del paradigma periférico. De este análisis deriva la pregunta de que si en estos tiempos es posible sostener una política autonómica o autonomista tal cual se la formulara en la época de la Guerra Fría. En la actualidad, sin duda alguna, abundan tópicos empíricos que ponen en crisis interpretativa a la teoría de la autonomía. Pero también abundan tópicos empíricos que abonan la continuidad teórica. Sobre esta base es posible plantear supuestos estructurantes de lo que sería la vigencia de la autonomía política en el contexto de la formulación e implementación de las relaciones externas de la Argentina. La originalidad de la teoría y la contemporaneidad internacional ponen en el centro de esta vigencia a la relación de la autonomía política con el cambio externo, relación por cierto conceptual y al mismo tiempo material para que la Argentina comience a abandonar actitudes y conductas reactivas.