La escasa presencia de cerámica en los conjuntos arqueológicos es una de las características más conspicuas de la arqueología de Patagonia austral. Así y todo, su sola presencia suele ser útil para establecer cronologías relativas de momentos de ocupación tardíos. En términos generales, su adscripción temporal se ha realizado sobre la base de su relación contextual con material que puede ser datado. El desarrollo de los procedimientos de datación por Acelerador de Espectrometría de Masas (AMS) ha permitido ampliar el número de objetos que pueden ser fechados dado los bajos requerimientos en la cantidad de muestra necesaria. Es así que la cerámica puede ser directamente analizada en estos términos cuando presenta restos orgánicos, ya sea residuos de cocción carbonizados adheridos en el interior de sus paredes o antiplásticos vegetales. En la bibliografía existen múltiples investigaciones que discuten la cronología de la tecnología cerámica a partir del análisis por AMS de las sustancias adheridas en las piezas (Hart y Brumbach 2005, entre otros). Para Patagonia, Castro Esnal y colaboradores (2011) efectuaron fechados por AMS de antiplásticos vegetales de tiestos del sitio Laguna Quilchamal en la provincia de Chubut con resultados entre 300 y 500 años AP (Castro Esnal et al. 2011). Estos trabajos han demostrado la utilidad del procedimiento para evaluar cronologías basadas sobre la asociación de los contextos con datos convencionales de muestras de carbón y para discutir hipótesis estilísticas, tecnológicas y evolutivas vinculadas con la cerámica. Incluso destacan el potencial para el análisis cronológico de colecciones provenientes de museos.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)