En 1886, el escritor francés Auguste Villiers de l’Isle-Adam inventa una Mujer ideal en su gran novela La Eva futura, dando de este modo nacimiento al género literario de la ciencia ficción. En 1961, casi un siglo después, Lacan se sirve de esta referencia, en su escrito dedicado a su querido amigo Maurice Merleau-Ponty, publicado luego de la muerte del filósofo en el número de la revista Les Temps modernes que le rindió un homenaje.
Leamos a Lacan: ¿el ojo está hecho para no ver en absoluto? ¿Necesitamos el robot acabado de la Eva futura, para ver palidecer al deseo frente a su aspecto, no por ser ciega, como se cree, sino debido a que ella no puede no ver todo? Inversamente, a lo que el artista nos da acceso, es al lugar de lo que no se podría ver, haría falta nombrarlo. (Lacan, 2012: 201-2)En este párrafo, Lacan construye una serie de tres elementos:
1. El ojo hecho para no ver, que dará lugar dos años más tarde a sus desarrollos sobre “la esquizia entre el ojo y la mirada” (Lacan, 1973: 65-74). Para Lacan, la mirada no es la visión, existiendo una antinomia entre estos dos términos.
2. Una Mujer artificial–la Eva futura–que porque lo ve todo, mata al deseo.
3. El artista que, al contrario de esta Eva que no puede cerrar los ojos, nos da acceso al lugar de lo que no puede verse, cuyo nombre postularemos que es el objeto a.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)