El presente trabajo tiene el objeto de analizar las consecuencias políticas de la participación de España en la guerra de Irak, desarrollada durante los meses de febrero-abril de 2003. Asimismo se tomará en consideración el rol desarrollado por España en el proceso de reconstrucción de Irak, y las consecuencias de dicha actuación. Una cuestión central es qué beneficios encuentra España a partir de este "alto perfil internacional" que ha tomado desde la guerra de Irak. La derechización de la política interna de España en los últimos años ha llevado a una política externa de alineamiento con los Estados Unidos y pro-intervención de Irak; la cual, pareciera ser, que pagó sus costos el 11 de marzo en Madrid. El 11-M constituye un punto de inflexión que pone de manifiesto el fin de la vieja división de posguerra fría, en la cual Estados Unidos se dedicaba a la seguridad y Europa se interesaba por los factores sociales. España deberá tener un rol clave en la nueva agenda de seguridad y política exterior de la Unión Europea. La unificación en términos políticos y de seguridad es hoy menester para Europa, no sólo por el terrorismo internacional sino por la incorporación de 10 nuevos miembros de Europa del Este necesitados aún hoy de seguridad.