En el transcurso de sesenta años (1941-2001), los EEUU realizaron tres grandes cruzadas a nivel global. La primera, fortaleció sus capacidades hegemónicas mundiales y lo llenó de prestigio; la segunda, inició un profundo proceso de desgaste político que comprometió su rol en el sistema internacional; la tercera, no sólo amenaza con aniquilar sus capacidades de liderazgo, sino incluso, con impedirle garantizar, adecuadamente, su propia seguridad interior. La primera fue la cruzada contra el nazismo, se inició en diciembre de 1941 y significó su ingreso en la campaña más destructiva de la Historia. Esta participación fue sumamente exitosa pues le permitió contribuir significativamente al triunfo de las potencias Aliadas y negociar con ellas la diagramación del sistema de post-guerra. A partir de ese momento, EEUU se convirtió en el líder de Occidente, consolidando así su papel como potencia hegemónica mundial. La creación de la ONU y los acuerdos de Bretton Woods fueron algunas de las expresiones de este nuevo orden creado a partir de 1945; un orden fundado en principios democráticos y liberales con los que Occidente habría de iniciar un nuevo proceso histórico. La segunda fue la cruzada contra el comunismo soviético, se materializó a través de la Guerra Fría e implicó el desarrollo de un conflicto que duró más de 40 años y dividió al mundo en un sistema bipolar, marcado por diversas etapas y caracteres. Esta cruzada fue mucho menos exitosa y prestigiosa que la anterior debido a que la política intervensionista de Washington –materializada en lugares como Vietnam, Medio Oriente, África y Latinoamérica– le ocasionó un significativo desgaste, complicó severamente su posición y motivó que, por primera vez, se pusiera en tela de juicio la honradez de su accionar y la coherencia entre sus principios y su comportamiento. Efectivamente, la política implementada por las administraciones norteamericanas en el III Mundo configuró un modelo distorsionado que, paulatinamente, fue ganándose el rechazo de amplios sectores de la Sociedad Internacional. La tercera es la cruzada contra el terrorismo; se definió en septiembre de 2002 e implica la articulación de todo un sistema político, estratégico y militar destinado a aniquilar las fuerzas del terrorismo internacional. Esta nueva definición de la política exterior norteamericana y ha desencadenado - hasta hoy - dos invasiones, dos complicadas post-guerras y la ocupación de una serie de regiones cuyos parámetros culturales, sociales y religiosos son diametralmente distintos a los norteamericanos. Esta cruzada es la menos legítima de las tres; la que ha recibido la mayor cantidad de críticas y la que ha hecho que se cuestione, definitivamente, el liderazgo mundial estadounidense. Es más, esta nueva campaña podría llegar a desarticular, de una vez y para siempre, la capacidad hegemónica de la gran potencia. Este trabajo pretende examinar el itinerario histórico de la hegemonía norteamericana; un itinerario que se inició de manera exitosa y que, sin embargo, parece haber llegado a un punto de inflexión definitivo. Para ello se analizará la capacidad y los caracteres de lo que entendemos por liderazgo mundial, en referencia a las distintas etapas del proceso histórico y de sus connotaciones específicas.