Pensar a los países de la región de Medio Oriente supone pensarlos tanto en su interacción regional como en aquélla global. Ya sea por su posición geopolítica, ya sea por aquélla geoestratégica, las sucesivas potencias mundiales han tenido a la región como objetivo de política exterior. Estados Unidos no es una excepción al respecto. Durante la administración Bush existió una discusión al interior de los círculos políticos y académicos acerca del carácter de Hegemón o de Imperio de la potencia del norte. En efecto, la anterior administración estadounidense llevó a cabo políticas de construcción de consenso y políticas de imposición. El presente trabajo pretende abordar la cuestión iraquí como un ejemplo de política imperialista. Al respecto, busca determinar en el modo en que se construyó la identidad estatal estadounidense y en el que se construyó la otredad de Saddam Hussein, cómo dicha política fue posible.