El objetivo de este artículo es proponer un marco teórico para analizar la relación entre los jóvenes y el mercado en el mundo actual. Desde comienzos del siglo XXI la Argentina sufre un proceso de desintegración social y política en un contexto de desigualdad y segregación económica, social y cultural. La organización social es exclusivamente mercantil; por lo tanto, para ser ciudadano es requisito indispensable ser consumidor. Tener un lugar, pertenecer o ser alguien son ideas que están ligadas al acceso a propiedades, bienes y servicios.
Tras la globalización y su aparente universalidad hay un mecanismo selectivo y excluyente. Los sectores desocupados, muchas veces, quedan fuera no sólo del consumo, sino del acceso a los derechos humanos básicos, como trabajo, salud, educación, vivienda y ciudadanía.
Actualmente, los jóvenes se encuentran frente a una diversidad de ofertas de consumo. Los medios de comunicación, la calle o el contacto con otros jóvenes, evidencian lo necesario que es adquirir ciertos productos para pertenecer a un grupo o para tener identidad. Pero no todos los jóvenes tienen la misma posibilidad de acceder a lo que se les ofrece; no todos pueden construirse como ciudadanos consumidores.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)