La revisión crítica de los fundamentos de la estética occidental nos ha mostrado su carácter harto relativo, por lo que se podría afirmar que el concepto de arte que ella impone no es, en rigor de verdad, universal, sino que fue y sigue siendo universalizado mediante procesos de dominación cultural. La gran ventaja que le confiere a Occidente disponer de una vasta y antigua teoría estética, unida a su poder económico y político, le permitió invadir numerosos ámbitos donde tal concepción no existía, o se daba con características muy disímiles.
No se trataba, en la mayoría de los casos, de una simple irradiación cultural adoptada libremente por el resto del mundo, sino de una acción dirigida a desvertebrar y colonizar los sistemas simbólicos ajenos, ya que ésta fue siempre un arma de fundamental importancia para cuanto pueblo se propusiera someter a otro a su hegemonía, y más aún si ocupaba su territorio.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)