En virtud de la variabilidad en los niveles de la enseñanza, los programas de muralismo ameritan una revisión pedagógica, así como un análisis y una crítica de sus resultados. Este trabajo debería ser urgente, porque a pesar de que los críticos han dictaminado la muerte de ese género plástico se siguen solicitando murales. Lo hace el Estado, su mecenas tradicional, y también la iniciativa privada, los grupos sociales e incluso las comunidades rurales, debido a que se lo considera un arte que impacta directamente en las capas mayoritarias de la población.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)