La seguridad es algo inescindible de cualquier existencia, sea individual o grupal. La propia existencia, así como la calidad de la misma, dependen de ella. En el mundo irracional la seguridad se da naturalmente. En cambio para el ser humano el reflexionar acerca de ella es propio de su ser. Cuando no lo hace, o lo hace con ligereza, las consecuencias para su existencia pueden ser nefastas.
Desde la antigüedad la historia nos informa sobre esta problemática, sea a través de pensadores y filósofos como Sun Tzu o Tucídides, sea a través de relatos de grandes enfrentamientos bélicos. Durante el siglo XIX, especialmente después de Clausewitz, hasta la II Guerra Mundial vivimos el período “clásico” del pensamiento estratégico. Con el advenimiento de la Guerra Fría este comenzó a mutar. Pero después de la Caída del Muro de Berlín, los cambios fueron vertiginosos. A ellos nos referimos en el trabajo.