Un dedo señala la luna y nosotros no la vemos... qué dolor, qué irritante cuando no podemos verla...
El recorrido de esta investigación comenzó en el año 2012 cuando desde la metodología de la cátedra de Actuación I y II del profesorado en artes en teatro de Graciela Muñoz José Cáceres comenzamos a trabajar en conjunto con la Fundación Caleidoscopio en un proyecto de Voluntariado Universitario. Dentro de este encuadre surgió el taller de teatro que coordiné junto a la prof. Paola Romero y la prof. Herminia Dalla Masara, integrado por adolescentes. Algunos de estos provenían de la fundación y otros no. La diversidad era muy grande ya que encontrábamos a chicos con estructura psicótica y con patologías diversas y chicos con estructura neurótica con y sin tratamiento. Desde el principio nos dimos cuenta que la diversidad iba a ser nuestro campo de crecimiento. No se trataba de generar un espacio terapéutico sino de generar las condiciones para que chicos en situaciones tan diversas pudieran beneficiarse de sus diferencias para dejar aparecer la propia expresión.
Esa maravillosa experiencia que plasmamos en la ponencia Los caminos múltiples, simultáneos y singulares en el aquí y ahora del taller de teatro y que presentamos en el encuentro de la red dramatiza realizado ese año en Catamarca, nos dio el puntapié para entender que era posible abordar lo diverso. No solo abordarlo sino más bien potenciarlo. Que solo en la singularidad de cada uno que se acercaba al taller se abría la posibilidad de tejer una red que generara un nueva zona de desarrollo próximo, al decir de Vigotsky, cada vez más amplia.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)