Durante siglos, el corazón de Europa, fue víctima de contiendas, producto de la soberbia y codicia de las dinastías monárquicas. Con la evolución del mercantilismo y los absolutismos monárquicos, la relación entre los Estados recientemente conformados, denotaban una fuerte tendencia a imponer un perfil realista de las Relaciones Internacionales. En un principio, la agenda política de las sociedades europeas consistía en proteger las fronteras nacionales e incorporar nuevos mercados en su afán de promover su desarrollo económico. Tras la llegada de los epicentros revolucionarios y el consecuente traspaso hacia la modernidad, los expansionismos transformados en imperialismos fomentaron la continuidad de la intolerancia cultural en la sociedad europea.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)