La guerra de 2006, entre Israel y Hezbollah, influyó significativamente sobre la noción que los actores involucrados tenían respecto de las capacidades del otro y seguramente contribuirá a los análisis de las posibilidades y capacidades de los actores involucrados Israel ha redefinido su doctrina militar enfocándose en la necesidad de alcanzar un resultado claro y definitorio, reduciendo al mínimo posible el período de combate. Esta doctrina se basa en la utilización de ataques desproporcionados -no indiscriminados- a blancos puntuales generando el mayor daño posible y destruyendo toda capacidad de reacción. Por su parte, la consolidación política de Hezbollah dentro del sistema y del gobierno de Líbano ha contribuido a su legitimación social y acrecentó su influencia interna. Su desempeño operativo durante el conflicto de 2006 demostró que posee una alta capacidad y coordinación para llevar adelante operaciones militares, sustentadas por armamento sofisticado y una doctrina clara.
Si bien Israel y Hezbollah sugieren -dentro de la retrónica de la disuasión- que una próxima confrontación implicaría a otros actores, esta realidad no resultaría viable debido a las diferentes situaciones políticas de dichos actores. Ambos actores saben que en un próximo conflicto la población civil sería gravemente afectada y sufriría el peso de las operaciones, este factor gravitará en la toma de decisiones acerca de una posible escalada en la confrontación. La idea de la disuasión mutua se ha convertido en una herramienta utilizada tanto por Hezbollah como por Israel. Mientras no se resuelvan las causas profundas del enfrentamiento, este esquema de disuasión será una suerte de paz armada estable pero sumamente volátil.