El mosaico de etnias que constituye la región de Asia Central y que comprende las repúblicas de Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán se ha convertido en uno de los más recientes espacios de lucha de los intereses geopolíticos de las grandes potencias como Rusia, China y Estados Unidos. Las grandes potencias coinciden en algo; sus recursos naturales de gas y petróleo hacen de la zona un lugar de fundamental importancia estratégica, sin que importe mayormente si los gobiernos de la zona se caractericen por ser poco o nada democráticos.
En el caso específico de Uzbekistán, el régimen ha tomado medidas drásticas contra los que ellos consideran “terroristas islámicos”, a lo que se ha sumado una crisis económica que no hace más que alimentar ese escenario de violencia. El artículo busca analizar los factores internos y externos que llevaron al levantamiento popular contra el régimen autoritario del presidente Islam Karimov a comienzos de este siglo. Los acontecimientos se derivaron en una cruenta represión que no hizo mas que aumentar el nivel de enfrentamiento, violencia y autoritarismo en una sociedad marcada por la expansión del islamismo, la explotación económica del pueblo, y las ambiciones de las grandes potencias, ya sea por motivos estratégicos o económicos, en este último caso, por el abastecimiento de materias primas indispensables para el funcionamiento de las economías de los países más industrializados.