Gran Bretaña y España desempeñaron papeles muy distintos en la IIª Guerra Mundial, lo que no fue óbice para que el destino de los dos países estuviese decisivamente ligado. La vital importancia estratégica de Gibraltar para la supervivencia del Imperio británico así como la dependencia económica española de los aliados unieron inevitablemente la política y los designios de ambos países. Esa interdependencia resultó decisiva y, si bien las relaciones fueron tan intensas como tensas y se rozó el desastre en varias ocasiones, la condescendencia inglesa y el instinto posibilista franquista acabaron evitando la entrada española en guerra.